Versículos:
Hebreos
1 Pedro 5
Juan 4
Tema: Cómo sanamos de los traumas del pasado
Hebreos 12:1-2 dice: «Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia.»
Muchas veces, este versículo se usa en el contexto de los testigos en el cielo. Mi pregunta es: ¿qué hay de los testigos aquí en la tierra?
La segunda parte del versículo nos dice: «Despojándonos de todo peso y del pecado.» Los testigos aquí en la tierra también pueden ayudarnos a despojarnos de los pesos de los traumas y del pecado con los que batallamos.
Jesús tiene una meta para cada uno de nosotros. 1 Pedro 5:7 dice: «Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.»
La semana pasada vimos que Salmos 34:18 dice: «Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón.»
En la historia de la mujer samaritana junto al pozo, Jesús conversa con una mujer que, según la sociedad, era alguien con quien no debería estar hablando. Pero a Jesús no le importó, porque él quería cambiar su vida.
La razón por la que no vemos cambios en nuestras vidas es porque usamos máscaras, como la mujer samaritana usaba una máscara ante Jesús. Jesús está dispuesto a bendecir a quienes somos en nuestro interior, no a quienes pretendemos ser.
Juan 4:7-10 nos muestra que la mujer quería lo que Jesús ofrecía, al igual que todos nosotros. Pero Jesús no podía bendecirla mientras ella pretendía ser alguien más. Primero, ella debía enfrentar su trauma y su pecado.
Una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. No importa cuán fuerte parezcas en público, lo que no enfrentas y manejas será lo que te derrumbe.
En el proceso de moldear vasijas de barro, algunas se rompían y los alfareros sin honra llenaban las grietas con cera. Al poner la vasija en el fuego, se rompía porque estaba formada con cera. Las vasijas puras, conocidas como «sin cera», podían soportar el fuego. Una olla sincera no tenía roturas ni arreglos falsos. La palabra «sinceridad» proviene de este concepto: ser genuino, sin máscaras.
Dios no se acerca a quienes pretendemos ser, sino a quienes realmente somos.
¿Cómo sanamos?
Cuando las heridas ya no se esconden, pueden ser sanadas. Lucas 5:31 dice: «Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.»
¿Serviremos a nuestro trauma o serviremos a Jesús? No podemos servir a ambos. Dios ama y disciplina. El dolor no siempre es ausencia de amor; a veces el amor se manifiesta a través del dolor que necesitamos para corregirnos.
Debemos admitir que no somos perfectos, que hemos cometido errores, y estar abiertos a tener conversaciones sobre lo que otros ven en nosotros.
Santiago 5:16 dice: «Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.»