Lucas 5:19
En esta historia, unos amigos llevaron a un hombre que no podía caminar ante Jesús para que lo sanara. Jesús, al ver la fe de los amigos, lo sanó. No hay mejor manera de ayudar a nuestros amigos que llevándolos a Jesús.
Una historia personal es la de mi hermano Jorge. Cuando descubrí que estaba usando drogas, llamé a mi mamá, y ella lo internó en un centro de rehabilitación en México. Allí pudo desintoxicarse y romper con la adicción que controlaba su vida desde muy joven. Hoy, él tiene una vida exitosa. Vive con su familia y ya no sufre de adicción, gracias a que su mamá fue un verdadero apoyo, llevándolo a enfrentar algo difícil, pero necesario y bueno para su vida.
Todos necesitamos amigos que estén dispuestos a decirnos la verdad, aunque sea incómodo. A veces esos amigos son nuestros padres, hermanos, cónyuges, familiares o amistades.
Cuando necesitamos ayuda, debemos buscarla de alguien que esté sano, no de alguien herido o enfermo.
Tu círculo de amigos es fundamental; ellos pueden guiarte hacia el éxito o el fracaso.
Un verdadero amigo no es aquel que se acuesta contigo en tu quebranto o dolor, sino quien te dice las verdades difíciles y te lleva a Jesús y a decisiones duras pero necesarias.
Jesús nunca buscó la atención o el estar frente a las multitudes. Hoy, queremos audiencia, pero sin la disciplina en lo privado.
Las personas que se someten a una cirugía de reemplazo de cadera o rodilla se sorprenden de lo rápido que deben comenzar la terapia física. El trabajo comienza de inmediato, y lo mismo ocurre en nuestras vidas. Debemos poner esfuerzo para tener éxito en nuestra «operación» de eliminar lo pecaminoso o dañino.
Cada persona necesita de tres a cinco amigos íntimos con quienes ser vulnerables, para hablar sobre emociones, relaciones, finanzas, y más.
En los momentos difíciles, necesitamos amigos que nos digan la verdad, aunque incomode, y que nos acerquen a Jesús.
El cristianismo no comienza en la iglesia; comienza en lo que somos en privado. ¿Quién es ese amigo que te empuja a enfrentar los problemas de tu vida? No el que se sienta y te deja permanecer en un lugar oscuro.
Salmo 1:1 dice: «Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos.»
Si te enfocas solo en la pérdida y en los males del pasado, te perderás las bendiciones del presente.
No podemos tomar decisiones a través de un lente de dolor. La sequía de nuestra vida, como un árbol con ramas secas o sin fruto, no proviene tanto del daño que hemos sufrido, sino de lo que hemos escuchado de nuestros propios consejos. Necesitamos amigos espirituales que nos hablen la Palabra de Dios y que nos ayuden no solo a escuchar, sino a poner en práctica esos consejos.
¿Qué es lo primero de lo que hablas cuando te encuentras con alguien que no has visto en mucho tiempo? ¿Hablas de tu dolor pasado o de tu futuro?
¿Cuál es el proceso para que tus seres queridos sepan a quién deben llamar si te ven en un lugar oscuro o aislado, sin hacer caso a buenos consejos?
Salmo 1 dice: «Todo lo que hace prosperará.»
El sabio prospera porque su meditación diaria no se centra en los dolores del pasado, sino en el futuro que Dios tiene para él.